quierokambiardeaires

• 20/04/2017 15:07:00.
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FÁBULA

Los Octonviros habían celebrado su asamblea por orden del Monarca Máquina. El Monarca Máquina guardaba el tesoro en su corazón. En su interior estaba el tesoro. Dicen los viejos textos que el alma del Monarca Máquina es un látigo unido a una hoz. Ese es el símbolo del Muelle Real, nuestro Colegio Superior y de todas las casas de gobierno del país (el país sólo tiene un gobierno y un gobernante, el Monarca Máquina).

Los Octonviros eran gentes de postín: sirvientes, prostitutas, consumidores de carnes ilícitas, protervos reclutados en marisquerías y otros miembros principales de nuestra comunidad. Pero el Monarca Máquina estaba disgustado con los octonviros. Su tarea se había retrasado un día. Y el Monarca Máquina habló así a los octonviros: “Hijos míos, servidores de nuestra tierra. Mañana a las claras del día os reuniréis en la Sala Amarga y trabajaréis lo suficiente para que vuestra tarea esté hecha. No tendréis comida ni agua. Y por cada minuto empleado en vuestro deber os arrebataré 857 leuros de vuestra arca. Yo soy vuestra Máquina y puedo hacerlo en tiempo real”.

Los octonviros así hicieron. Y muchos derramaron lágrimas en la Sala Amarga cuando veían en una pantalla del tamaño de un testero como su arca iba perdiendo pedazos de 857 leuros cada minuto de trabajo. Y este castigo, que otros llamaron Trabajo Debido, dio en la consumación de todos los trabajos que debían los octonviros. Y que aquestos trabajos fueron entregados – completos y buenos - ese mismo día al guardián de la Sala Amarga – que era viejo, feo y verrugiento – cuando aún no se había secado el rocío de los jaramagos. Y que el guardián de la Sala Amarga mandó luego unir los cuellos de los octonviros con un palo largo de caña astillada, para que no pudiesen mirar a los lados por no pincharse el pescuezo, y sus manos amarradas con olorosa cuerda pita. Y que fueron así llevados al campo de la Feria el mes séptimo y liberados en ese campo sin poder salir, pues se había cercado con un alambre de pinchos, una valla de cristales rotos y un foso relleno de mierda. Para que los octonviros no pudiesen salir. Y que había un grifillo chico en medio del campo que se habría 1 minuto al día. Y que se había plantado palodú en el campo y soltado una pareja de ratas para que diesen prole y carne. Y que los octonviros estuvieron comiendo guisos de palodú y rata hasta el último día del mes noveno. Y que los octonviros (y las octonviras) no pudieron lavarse en esos tres meses de verano. Y que cuando fueron recogidos el último día del noveno estaban mal

Así fue como se hizo la justicia de mi señor el Monarca Máquina. Sea con él la Gloria y nuestras Alabanzas !!