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709.308 mensajes • 396.057 usuarios registrados desde el 25/05/2005

Rasspu

¿Qué pasa, güey?

• 10/04/2025 22:51:00.
Mensajes: 425
• Registrado: septiembre 2008.

THE BLACK MAN (LA CHUCKYPANDI II)

::: --> Editado el dia : 10/04/2025 23:00:23
::: --> Motivo :

Pero no. Aún seguía vivo. Y es que no hay más que una forma de plantarle cara a esta jodida realidad, al peso brutal de ser carne, hueso y desvelo: aferrarse a los recuerdos como a un vaso de cerveza medio vacío, a los sueños rotos, a los puentes que aún no han sido volados, a los sentimientos que aún no se han podrido. Porque la vida no se sostiene con certezas, se arrastra con ficciones. Nos alimentamos del dolor maquillado, lo convertimos en un mal poema, en una mentira útil, en algo que suene a sentido. Aunque no lo tenga. Aunque nunca lo tuvo.
La cosa es que tres pavos de seguridad, probablemente alertados por alguna de las secretarias de Chucky, me sacaron del despacho como si fuese un borracho al cierre del bar. Me llevaban por el pasillo, uno a cada lado, el tercero detrás, como si temiesen que me escapara volando. Sé que lo que vino después suena a cuento de locos, a guion de película de David Lynch. Pero os juro que ocurrió tal cual lo voy a contar.
—Esperad —dijo una voz detrás de nosotros. Era tan retorcidamente fría, tan firme, que hasta el pasillo pareció encogerse como un perro apaleado.
Los cuatro giramos la cabeza. Ahí estaba: un hombre que vestía una camisa negra; el pantalón, negro; los zapatos, negros; la correa, negra; la corbata, también negra. Se vestía así, supuse, porque era un asesino o quería parecerlo. Y lo lograba. Tenía la pinta de los que ya cruzaron la línea y les gustó. La clase de pinta que hace que hasta los espejos se hagan los distraídos. El foco del pasillo proyectaba su dura sombra negra sobre el mármol blanco.
—Soltadlo y largaos—dijo con la inquietante calma de quien no necesita alzar la voz para ser obedecido.
—Pero, señor, Mr. X nos dijo que... —balbuceó uno de mis captores.
—Largaos.
Al instante, los que me sujetaban me soltaron, y junto al tercero, se esfumaron por el pasillo.
—Me conoces, ¿verdad? —me soltó el recién llegado, con una sonrisa torcida que no invitaba a nada bueno.
—Yo diría que no. ¿Dónde cree usted que nos conocimos?
—En tu casa, en aquella sala donde pasaste tanto tiempo estudiando —el tipo no parpadeaba ni una maldita vez—. ¿No te acuerdas?
—No, no lo recuerdo. ¿Está seguro?
—Por supuesto. De hecho, ahora mismo estoy allí.
—¿Qué quiere decir? ¿Dónde diablos dice que está?
—En tu sala de estudio.
—Eso es una gilipollez.
—Llámame. Marca el número de tu casa. —Vio que dudaba y no me dio tregua—. Vamos, hazlo.
Saqué el móvil y marqué el fijo de mi casa. Al segundo tono, alguien descolgó. Y en ese momento, sentí cómo unos dedos fríos, largos, demasiado largos para ser humanos, me trepaban por la columna. Había alguien en mi casa.
—Ya te dije que estaba aquí—dijo una voz al otro lado del teléfono. La misma voz del tipo que tenía delante.
—¿Cómo…? ¿Cómo lo ha hecho? —pregunté con un hilo de voz al hombre de negro.
—Pregúntamelo —respondió, abriendo aún más los ojos y señalando al móvil.
—¿Cómo ha entrado en mi casa? —le solté al teléfono.
—Tú me invitaste —respondió la voz desde mi casa, con un tono que no dejaba lugar a dudas.
—¿Quién coño es usted?
En ese momento, los dos se echaron a reír. Una risa no humana, que resonaba como un eco de algo que no debía estar allí. Cuando finalmente se apagó, la voz del teléfono volvió a hablar.
—Ya puedes cortar la llamada. Ha sido un placer hablar contigo.
Colgué y, antes de que pudiera pensar, mi interlocutor me dijo:
—¿Qué te ha pasado, alguien te está dando problemas?
—No…
—Porque si alguien te da problemas... Yo puedo arreglarlo. Así de fácil —dijo, chasqueando los dedos como si estuviese apagando una luz.
—No. Todo va bien.
—Te hablo en serio, Rasspu. Así de fácil —volvió a chasquear los dedos, como si fuera lo único que sabía hacer. Escuchar mi nombre en su boca, no me hizo gracia. Ninguna gracia.
—Gracias, de verdad, estoy bien.
—Ven a dar una vuelta conmigo. Te voy a enseñar algo.
—No, no puedo. Tengo que coger el tren...
—Déjate de mierdas. Venga, vámonos.
Había algo en su tono, algo en la forma en que sonaba que te agarraba las tripas y te decía que, si no le hacías caso, ibas a arrepentirte. Así que lo seguí por un pasillo, en cuyo centro se erguía una estatua a tamaño real de Chucky. Un grupo de PLDs la miraban con devoción, me dio la impresión de que estaban rezando. Salimos fuera. Allí, aparcado unos cinco metros calle abajo, había un Aston Martin negro, con dos gorilas apoyados en él, esperándonos. Al vernos, los tipos abrieron las puertas delanteras. Señor Negro se metió por el lado del piloto. El que abrió la mía me miró con mala cara, o quizá era la única que tenía. Sin duda, se trataba del típico hijo de puta al que nunca quieres encontrarte fuera de una buena novela policíaca. Unos pelillos asomaban por su nariz de boxeador y prácticamente carecía de cuello, lo que le confería el aspecto de un tarro de aceitunas La Española.
Ahí estábamos los cuatro. Señor Negro al volante, yo de copiloto y los dos gorilas en la parte de atrás. Toqué el cristal de la ventanilla. Me llamó la atención que no estuviese frío, ni cediera un poco. Le di unos golpecitos con el dedo. Un sonido sordo me confirmó lo que ya sospechaba: el coche estaba blindado.
—Hace un día de puta madre —dijo, asintiendo con la cabeza—. Me gustan tus jodidos relatos. Has hecho un gran trabajo.
—Bueno, son solo para matar el tiempo, salir un poco de la rutina…
—Son buenos. Tengo planes para ti. Vamos a hacer cosas grandes, cosas que te van a cambiar la vida. —Para ser sincero, aquello me acojonó un poco más de lo que ya estaba.
Dejamos la ciudad atrás, tomando una carretera secundaria que comenzaba a trepar por la ladera de una montaña. La vía se hacía cada vez más angosta, y la vegetación, como si tuviese vida propia, parecía asomarse a sus márgenes.
—La Montaña de la Junta —informó mi cicerone.
Justo en ese momento, el claxon de un coche sonó detrás de nosotros. Señor Negro echó un vistazo por el retrovisor y su rostro se tensó. El claxon volvió a sonar, ahora más insistente.
—¡Joder! ¿Ese capullo está intentando lo que yo creo? —gruño. Los de atrás se miraron con una sonrisa cómplice.
El claxon sonó de nuevo. El hombre de negro bajó la ventanilla y, con un gesto de la mano, le indicó al coche de atrás que nos adelantara. No pasaron ni dos segundos cuando empezó a adelantarnos. Al ponerse paralelo a nosotros, pude ver que al volante iba un tío vestido de verde y de copiloto un tipo con un traje blanco y un sombrero de copa. Este último, nos dedicó una peineta.
—¡Joder, un patanegra al volante! Ahora es cuando todos esos años de estudios, sueldos de mierda y enchufes por todos lados empiezan a valer la pena —masculló, apretando los dientes y pisando a fondo el acelerador. En un par de segundos el coche se puso a más de 200 km/h.
Envestimos por detrás al coche blanco y lo sacamos de la carretera. Nosotros lo seguimos detrás, hasta que se detuvo en medio de una nube de polvo. En una coreografía perfecta, mis tres acompañantes se bajaron del coche y se dirigieron hacia el otro. Con la precisión de un reloj suizo, se metieron las manos en las chaquetas. Aturdido, abrí la puerta y me acerqué. Uno de los gorilas se dirigió a la puerta del conductor, golpeó el cristal con el codo, metió la mano, abrió la puerta y sacó al tipo del traje verde.
—¡No vuelvas a faltar el respeto a funcionarios de verdad, joder! —le gritó Señor Negro, zarandeándolo por las solapas de su traje verde—. ¡Nunca más!
—Vamos, dile que nunca lo harás —dijo uno de los gorilas, apuntándole con el Estatuto Básico del Empleado Público.
—No… no lo haré —sollozó.
—¿Cuándo prescriben las infracciones muy graves según la Ley de Vías Pecuarias? —preguntó Señor Negro.
—¿Qué?
—¿Qué? —repitió este, burlón—. Te pregunté sobre la prescripción de las infracciones en las Vías Pecuarias. No tienes ni puta idea, ¿verdad? ¡Cinco jodidos años! ¿Sabes, al menos, cuál es la prescripción general de la Ley de Procedimiento? —El otro negó con la cabeza—. Claro, ¿qué vas a saber? Para eso están los malditos funcionarios. Quiero que cojas la Ley de Contratos y te estudies esa puta norma. Quiero que cojas la Ley de Procedimiento y te la aprendas mejor que el número de teléfono de tu madre. Quiero que te sepas todas las malditas normas. Este año nos hemos tenido que tragar la estabilización de los patasnegras, la conversión en personal laboral de los viejos enchufados de las agencias, la subida de sueldos para todos los políticos y la congelación de nuestro jodido sueldo. Dime, al menos, que te vas a estudiar la Ley de Contratos.
—Me estudiaré la ley de contratos.
—¿Hueles eso, Rasspu? —me soltó de repente. No sé por qué vino a mi mente la imagen de Robert Duvall esnifando napalm en Apocalypse Now—. ¿Ese aroma a sal y bestia noble, a monte seco? No es comida, es un maldito susurro de Dios. Entra por la nariz y te recuerda que hay placeres que no necesitan perdón. Jamón pata negra, sí… eso es poesía sin rima y sin culpa. Este aroma, joder… este aroma tan solo se adquiere tras más de veinte años de reposo, de calma absoluta, de mantenerse alejado de todo libro o apunte, como un jodido gremlins del agua.
Tras aquella disertación, dejamos a aquellos tipos pidiendo una grúa y continuamos nuestra ascensión. En la cima de aquella montaña, accedí al lugar donde se guardaban los secretos más oscuros de la Junta, el tipo de cosas que le daban a mi anfitrión ese poder. La misma historia de siempre. Sabía cosas que no debían ver la luz, secretos que nunca debían salir a la calle.
Después de todo eso, me dejaron otra vez en la puerta de San Telmo. Estaba por pedir un taxi cuando la vi, la pelirroja de ojos verdes de la oficina de Chucky. Se acercó a mí. El mismo olor a Azur de Puig y Heno de Pravia me golpeó de nuevo.
—Hola —saludé.
—Hola, soy Elena.
—Yo soy…
—Sé quién eres —me cortó, dándome la mano.
—Es cierto… esta mañana. Perdona si…
—No te preocupes —sonrió—. Ya puedes soltarme la mano.
—Jajajaja. Pensarás que soy gilipollas. Es ese maldito olor...
—¿Te gustaría invitarme a cenar?
—Mucho, pero mi tren sale en hora y media…
—Ok... ¿Por qué no te invito yo?
—Bueno, eso no evitaría que el tren saliera en hora y media —respondí. Ella sonrió.
—¿Puedes pedirme un taxi? Me he quedado sin batería.
—Sí, claro.
Saqué el teléfono y empecé a buscar el número de los taxis de Sevilla. Justo cuando estaba a punto de llamar, ella tomó mi móvil con delicadeza y lo guardó en mi bolsillo.
—Tal vez deberíamos saltarnos la cena —dije.

11 RESPUESTAS AL MENSAJE

Mercurita

Pícara latiniparla

• 11/04/2025 0:09:00.
Mensajes: 92
• Registrado: julio 2008.

RE:THE BLACK MAN (LA CHUCKYPANDI II)

Brutal Rasspu!!!! Súper cinematográfico. Me ha encantado, casi tanto como un tarro de aceitunas La Española., jajajaja.

Elichocolate

• 11/04/2025 8:38:00.
Mensajes: 23
• Registrado: agosto 2021.

RE:THE BLACK MAN (LA CHUCKYPANDI II)

Más cañero que en otras ocasiones, pero igual de bueno. Gracias por esta dosis semanal de humor.

MasPlazas

• 11/04/2025 9:12:00.
Mensajes: 674
• Registrado: octubre 2010.

RE:THE BLACK MAN (LA CHUCKYPANDI II)

Es buenísimo.

BendodoPLD

Hay más tontos que botellines.

• 11/04/2025 9:48:00.
Mensajes: 26
• Registrado: marzo 2022.

RE:THE BLACK MAN (LA CHUCKYPANDI II)

Rasspu, ¡eres un crack!

Ya he leído varios de las historias que has puesto. ¿esto es algún libro que has publicado?
Es que he estado fuera de onda un tiempo.

Ethereum

Eso es en la ventanilla de al lado.

• 11/04/2025 10:19:00.
Mensajes: 34
• Registrado: julio 2022.

RE:THE BLACK MAN (LA CHUCKYPANDI II)

Creo que es con el que más me he reído hasta ahora. Que Dios te lo pague con 6 de los nuevos tramos de carrera consolidados de golpe y con la evaluación de desempeño más positiva de toda la puta Consejería en la que estés.
Voy a empezar a colgar tus historias en el tablón de anuncios de aquí, al lado de los carteles de "Se Busca PLD objetivo". Ojalá menos quejarse del nuevo baremo del concurso y más quejarse para que suban estos mensajes al BOJA.
Fuera bromas, gracias por tanto!

cabreado

EL EXTERMINIO DEL FUNCIONARIO SIGUE SU RUTA

• 11/04/2025 13:23:00.
Mensajes: 167
• Registrado: junio 2010.

RE:THE BLACK MAN (LA CHUCKYPANDI II)

Jajajajaj, entre el último tren (literal) que sale de la estación y que te permite regresar a ver la noche cordobesa y saltarse la cena. ¿Con cual nos quedamos?.

Rasspu

¿Qué pasa, güey?

• 12/04/2025 0:09:00.
Mensajes: 425
• Registrado: septiembre 2008.

RE:THE BLACK MAN (LA CHUCKYPANDI II)

Jajajajajaja, Ethereum, me conformo con dos tramos.
¡Sois la leche! De verdad, muchísimas gracias por vuestras palabras. Me siento tremendamente orgulloso de tener compañeros como vosotros. Es un auténtico placer.
No, Bedondo (nombre muy acertado, por cierto), no forma parte de la novela. Esta no tiene relación con la Junta.

Rasspu

¿Qué pasa, güey?

• 12/04/2025 0:14:00.
Mensajes: 425
• Registrado: septiembre 2008.

RE:THE BLACK MAN (LA CHUCKYPANDI II)

Parece que el Foro y yo no estamos en buenos términos… no me deja poner el enlace. Pero bueno, si alguien siente curiosidad, solo tiene que buscar 'El Dios de las cerezas' en Google o Amazon. Y perdonad esta autopromo tan descarada… prometo que no se volverá a repetir.

BendodoPLD

Hay más tontos que botellines.

• 14/04/2025 8:13:00.
Mensajes: 26
• Registrado: marzo 2022.

RE:THE BLACK MAN (LA CHUCKYPANDI II)

Habrá que echarle un vistazo.

Laylah

• 15/04/2025 14:45:00.
Mensajes: 7
• Registrado: julio 2021.

RE:THE BLACK MAN (LA CHUCKYPANDI II)

Embestir.
Acabo de bajarme del tren en busca de Adeline.

Rasspu

¿Qué pasa, güey?

• 16/04/2025 13:03:00.
Mensajes: 425
• Registrado: septiembre 2008.

RE:THE BLACK MAN (LA CHUCKYPANDI II)

Muchísimas gracias, Laylah. Espero que la disfrutes.


Seguro que tienes mucho que decir, te estamos esperando.


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