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Rasspu

¿Qué pasa, güey?

• 08/05/2025 22:12:00.
Mensajes: 425
• Registrado: septiembre 2008.

EL ÚLTIMO FUNCIONARIO (THE BLACK MAN II)

Hace un par de semanas, la lluvia lo obligó a recoger la ropa tendida. No entendía por qué un perfume de cien pavos se esfumaba en tres horas, y la humedad, que no era más que agua del cielo, se quedaba en las camisas como si les debiera algo. Al margen de eso, aquella mañana, solo él parecía triste en el gran edificio. Un ordenanza flaco y desganado se asomó por el marco de la puerta. El último funcionario le dedicó una cansada sonrisa y asintiendo levemente con la cabeza dio su beneplácito para que se iniciaran los preparativos. Fueron pasando uno a uno todos los del servicio, arrastrando los pies, sombras grises con cara de lunes. Habían compartido oficina, olor a tinta de impresora y café de máquina con él durante los últimos años, pero, apenas si recordaba a alguno. Gente sin rostro, sin historia. Habían compartido el mismo espacio, pero no la vida. Ahora venían con ese aire solemne de quien finge que algo les importa.

Terminada la despedida, se fue formando la comitiva. Encabezada por las imponentes e hieráticas figuras blancas de los PLDs, con sus trajes de gala, que curiosamente consistía en la falta de ellos. Todos los músculos suavemente marcados bajo la piel, perfectamente embadurnada en grasa de color blanco y en ocre mineral, lo que les confería un aspecto metálico. Su desnudez era tapada por una suerte de falda blanca en la que estaba impresa el Estatuto Básico del Empleado Público, de la cual pendía una libreta negra con la valoración del desempeño de los trabajadores de su servicio, la biblia podrida donde anotaban las miserias y fallos de los que tenían por debajo. De sus cabezas, ungidas, trenza por trenza, por los políticos que los habían elegido, colgaba el rabo del león que todos los PLDs deben dar muerte como rito iniciático antes de convertirse en PLDs. No hablaban, no miraban. Detrás venían los Patasnegras, berreando como animales heridos, con esa forma de llorar que ya nadie recuerda, excepto ellos. Llantos sin vergüenza, como si escupieran la pena desde las tripas. Cerrando la comitiva iban los externos laboralizados, sombras con uniforme prestado, arrastrando una parihuela de madera mal cortada. Encima, el último funcionario, envuelto en una manta tan vieja como él, viajaba sin decir nada. Solo su melena blanca colgaba de la camilla, balanceándose con cada paso, como si aún quisiera resistirse al fin, como si todavía quedara algo de vida en ese pelo que se movía al ritmo de los que lo llevaban.

El último funcionario, con ese tremendo sentido de la entrega que da el haber vivido adaptado de la manera más natural a su entorno, a su antaño orgullosa estirpe, y a un periodo histórico que ahora se pretendía borrar, realizaba su último servicio. Él lo sabía. Lo había sabido siempre, con esa resignación tranquila de los que nunca se rebelan porque entienden demasiado bien el juego. Así, permitió que se lo llevaran de allí, que se lo llevaran lejos. No por dignidad, esa ya la había enterrado hacía años entre archivadores, decretos y ordenes internas, sino por ese jodido sentido del deber que le habían tatuado en el alma desde que se sacó las oposiciones y entró allí. Porque ni siquiera su muerte laboral lo libraba de cumplir con su trabajo.

Cuando llegaron al lugar —una nada abierta, sin nombre ni sentido— el séquito se detuvo. Nadie dijo nada. Nadie tenía ya nada que decir. Se sentaron en círculo alrededor del último funcionario, como si esperaran que el sol se apiadara de él antes de hundirse en la mugre del horizonte. Y cuando el cielo empezó a pudrirse en rojo, uno a uno, se fueron levantando. Sin mirar atrás, regresaron al edificio gris: aquel ataúd vertical donde la vida se archivaba y se sellaba entre firmas y silencio administrativo

Lo dejaron ahí. Tirado. Con una manta de polvo y la certeza de que esa noche sería la última. Pero él sabía que no iba a ser fácil. Nunca lo fue. Porque las politihienas ya habían olido lo que iba a suceder. Esas bestias carroñeras, disfrazadas de sonrisa institucional, habían escuchado los gritos rotos de los Patasnegras, incluso habían entendido el silencio marmóreo de los PLDs. El último funcionario siempre había aborrecido las masas de gente, y ellas eran las representantes de esas masas, aquellas a las que las masas habían transferido su poder. Y cuando el sol se fue desplomando, lento, denso, como una piedra caliente en un charco de grasa, las colas de las politihienas se pusieron rígidas como lanzas, y los pelos de sus lomos se alzaron como cuchillas al viento. Entonces la atmósfera se estremeció con esa risa. Esa risa no humana. Una carcajada sucia, rota, de monstruo del averno.

En esos momentos, la cabeza del último funcionario se llenó de recuerdos. Como en una borrachera de sueños perdidos, las imágenes se fueron sucediendo. Imágenes de cuando era un joven opositor. Recordó el orgullo en los ojos de su padre cuando le dijo, con voz grave, que había conseguido la plaza. Recordó las manifestaciones naranjas, con sus pancartas de esperanza. Y luego, a ella. Aquella compañera, la que nació con la lluvia, con aquellos ojos que lo hicieron creer que el mundo podía ser distinto… pero sus ensoñaciones fueron bruscamente interrumpidas por los gritos de las politihienas, que alentadas por la noche y el inminente festín se acercaban rápidamente.

El último funcionario, aquel tipo forjado entre tochos de leyes, cafés recalentados y noches en vela, ese que se dejó la vista bajo la blanquecina luz de un flexo, ese que una vez dominó la Ley de Contratos como un general dominaba el campo de batalla, aquel hombre… estaba listo. Había cruzado la línea con esa calma rara que tienen los que ya lo perdieron todo y no esperan nada. Estaba dispuesto a sentir cómo las politihienas le arrancaban el alma a dentelladas. No era un cobarde. Sabía morir. Pero joder... morir de aquel modo, entre las fauces de aquellos bichos rastreros que comían sin respeto, entre risas, sin lucha, sin gloria… eso no era forma de irse. No para un guerrero como él.

Entonces, sin abrir los labios, rogó al Dios de los Funcionarios —sí, incluso ellos tienen uno—, y le pidió una muerte menos indigna. Alguien allá arriba debió estar escuchando, porque de pronto, el trueno rugió. La noche se congeló. Las hienas se tragaron su risa. No era un trueno del cielo, sino el que salía de la garganta de un rey. Él lo sintió antes de verlo. El aliento tibio, la presencia inmensa, ese algo que sólo otro guerrero reconoce. El rey no venía a devorar. Venía a terminar lo que la vida había empezado. Sin rencor. Sin crueldad. Solo respeto.

El último funcionario cerró los ojos, inhaló por última vez el fresco aire de la noche, empapando sus pulmones del fragante aroma de la hierba y de la tierra mojada, escuchó por última vez el familiar cántico de los grillos y el melodioso meditar de la lechuza, e irguiendo orgulloso su rostro, ofreció su cuello al gran felino, cuya tibia respiración ya sentía en su piel.
—Firme aquí… y aquí —gruñó el tipo sin alzar la vista.
—¿Cómo?— preguntó el último funcionario, despertando como de un largo sueño.
—Pa que te paguen el premio por largarte —le dijo el jefe de negociado de personal, rascándose los huevos bajo la mesa.
En ese momento, el hombre de negro pulsó el mando y apagó el televisor.

4 RESPUESTAS AL MENSAJE

Mercurita

Pícara latiniparla

• 09/05/2025 0:08:00.
Mensajes: 92
• Registrado: julio 2008.

RE:EL ÚLTIMO FUNCIONARIO (THE BLACK MAN II)

::: --> Editado el dia : 09/05/2025 0:10:38
::: --> Motivo :

IRelato impactante!! A caballo entre un cuadro del Bosco y una cuarteta de Nostradamus. Rasspu te ha salido un ramalazo existencialista que te ha hecho crear un relato oscuro, pero muy chulo. Puedes hacer lo que quieras, desde escribir en clave de humor hasta crear esta cuarteta junta-apocalíptica. Como siempre, me ha encantado.

Ethereum

Eso es en la ventanilla de al lado.

• 09/05/2025 12:28:00.
Mensajes: 34
• Registrado: julio 2022.

RE:EL ÚLTIMO FUNCIONARIO (THE BLACK MAN II)

::: --> Editado el dia : 09/05/2025 12:28:17
::: --> Motivo :

Cómo se notan los viernes de Rasspu.
Me ha molao esta nueva faceta de la saga, más Black Death, un poco sombrío, pero se ha quedado muy guapo. Y el final... Una pequeña joyita, la guinda para no perder la esencia.

Grande.

Elichocolate

• 09/05/2025 13:38:00.
Mensajes: 23
• Registrado: agosto 2021.

RE:EL ÚLTIMO FUNCIONARIO (THE BLACK MAN II)

Rasspu, ¿qué decir? Amo tus historias.

Rasspu

¿Qué pasa, güey?

• 10/05/2025 19:31:00.
Mensajes: 425
• Registrado: septiembre 2008.

RE:EL ÚLTIMO FUNCIONARIO (THE BLACK MAN II)

Muchas gracias a los tres.


Seguro que tienes mucho que decir, te estamos esperando.


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